viernes, 8 de mayo de 2015

Poemas de Christopher Merrill e Igor Barreto



          Desde el jueves 30 de abril la plaza Altamira, muy cercana a mi casa, se llenó de libros, escritores, músicos y entusiastas lectores, con la inauguración del 7º Festival de Lectura Chacao. Ha sido una fiesta para el espíritu que no para. Hemos escuchado y aplaudido escritores locales de distintas edades y géneros, algunos de ellos presentaron nuevos títulos en la Feria. También pudimos escuchar algunos invitados extranjeros, con ese entusiasmo y apertura que nos caracteriza. Entre ellos el escritor y traductor estadounidense Christopher Merrill (1957), director del Programa Internacional de Escritura de Iowa, al que han asistido varias generaciones de escritores venezolanos como Antonieta Madrid en la década del sesenta, Arturo Gutiérrez Plaza en 1997 o en años más recientes Natasha Tiniacos. Merrill es egresado de la Universidad de Washington, ha publicado cuatro libros de Poesía: Libro de trabajo (1988), Las fiebres y las mareas (1989), Reloj de fuego (1995) y  Agua brillante (2001). 
            El miércoles 6 de mayo Christopher Merrill estuvo en el 7º Festival de Lectura Chacao, junto al poeta venezolano Igor Barreto (Venezuela, 1952). Y a pesar de que Merrill no habla español y Barreto no habla inglés, pudieron entenderse con el apoyo de una traductora. Merrill leyó y comentó algunos poemas de Igor Barreto y el poeta venezolano a su vez leyó y comentó algunos poemas de Merrill. Fue un grato encuentro entre ellos y quienes los escuchamos. Tuve la oportunidad luego de conversar brevemente con el poeta, con la ayuda de los jóvenes poetas Oriette D' Angelo y José Delpino, entre la emoción y mi mal inglés, fueron pocas las palabras que pude articular en la lengua del Tío Sam. Merrill es una persona muy cálida y cordial. Es encantador. Quisiera compartir entonces algunos de los poemas que fueron leídos esa tarde. 

Poemas de Christopher Merrill

First grapes, then songbirds, then the leopard sleeping

In the tree above the newlyweds’ Land Rover.

He dreams of wildebeests. She lies awake

Until first light, when it begins again –

The yearning, the singing. The leopard licks the cub

Of the baboon it ate for dinner. Sweetness,

Like hunger, is demanding, and desire

Is ravenous for light as well as flesh.

It’s a matter of arithmetic:

One glass of red, one glass of white, and then

A washing machine –O broken beauty!– floods

The Serengueti Plain. A turboprop

Plummets toward the canyon in which the guerrillas

Plotting to kidnap a priest toast the pilot.

The groom stirs in his sleep. Sweet dreams, she tells him.




Primero uvas, luego aves cantoras y un leopardo que duerme

En la rama de un árbol arriba del Land Rover de los recién casados.

Él sueña con antílopes. Ella yace despierta

Hasta que despunta el alba y recomienza:

El deseo, los cantos. El leopardo lame la cría

Del mandril que le sirvió de cena. La dulzura, como el hambre,

Es exigencia y el deseo

Voracidad de carne y luz.

Es aritmético:

Una copa de tinto, una de blanco y luego

La máquina lavadora se desborda -¡oh, belleza herida! –

En la planicie del Serengueti. Un turbohélice

Se desploma en el acantilado en el que la guerrilla

Confabula para secuestrar a un sacerdote y calcina al piloto.

El novio se agita en la cama. Ella dice: “Dulces sueños”.



(Traducción al español Fanny del Río)



The Window



The paint sealing the window turned to dust

Before they tried to open it. No luck.

And no one ever looked outside again.

The files were loaded on a boat, the militia

Cordoned off the square, the weatherman

Predicted forty days and nights of rain.

Thank God the window wouldn’t open.



 Ventana



La pintura que sellaba la ventana se hizo polvo

Antes de que alguien intentara abrirla. No hubo suerte.

Y nadie nunca volvió a mirar hacia afuera.

Cargaron los archivos en un barco, la milicia

Acordonó la plaza, el meteorólogo

Pronosticó cuarenta días de lluvia con sus noches.

Gracias a Dios la ventana no abría.


(Traducción al español Fanny del Río)

Textos cortesía de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela









Textos de Igor Barreto


Capillas imperfectas



A Custodio Martínez lo arrancamos de las fauces de un caimán. Eso ocurrió en El Panchero cuyas aguas lodosas desembocan en otro caño de nombre Guafita. Vadeando el cauce al llegar al cantil ribereño el caimán lo agarró por las piernas. Vi al pobre sacar apenas una mano, y luego emerger la enorme trompa del reptil sacudiendo su presa para desgarrarla. Era un caimán de cinco varas de largo y musgosa coraza amarilla. En el hervor de las aguas lo soltó. A Custodio Martínez lo trasladamos en un chinchorro, dormía bajo el sol y llevaba un hilo de sangre surcando el lóbulo de la oreja. Antes de morir se levantó como si nada hubiese ocurrido, tomó un papel y escribió este poema:

Una barca con sus bogas,


con ornamentos dorados.

Y una serpiente bebiendo

lo que resta del verano.



*

Francisco Hidalgo pastoreaba cien novillos blancos por los desfiladeros abismales de Río Frío, en la selva de San Camilo. La yegua que montaba era cansona, así que tuvo que apearse y caminar tras la bestia que se puso a ramonear unos yerbajos. Molesto le propinó una sonora nalgada y la yegua lo pateó en el estómago lanzándolo por el barranco a las aguas turbulentas. No se supo más y en los bolsones de su montura hallaron este poema: 

Las reses cruzan el río.

¡Tanto calor en la noche!

y aquel fulgor encendido

en unas casas distantes.



*

Reinaldo Durán, magnífico pintor de letras, y Saúl Ordoñez, dueño de un bar en la población de Arauca, se enviajaron a los cerros azules de Araguayuna. Les habían dicho que al llover con el agua bajaban desde las altas neblinas grandes arenales, y bastaba meter la mano en un arroyo para encontrar unas lágrimas doradas. Llevaron con ellos a una Mujer de la Vida (Ramona Contreras) para lavar y cocinar. ¡Qué infeliz destino!: a Reinaldo Durán lo mordió una serpiente y murió tras dos días de fiebre, y a Saúl, quién sabe qué fiera daría con su mala suerte. Solo la mujer fregando unos cacharros halló un diamante. Reinaldo Durán, en su delirio, atinó a decir este poema que Ramona asegura jamás olvidará:      

El presente desconcierta

porque Dios solo es futuro.

¿Qué falta habré cometido?

contra las claras esencias.



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