sábado, 8 de junio de 2013

Cees Nooteboom


Poemas de Cees Nooteboom (Países Bajos, 1933)

BASHO I



Anciano en medio de juncos la sospecha del poeta.
Va camino del Norte compone un libro con los ojos.
Se escribe en el agua ha perdido a su maestro.
Amor sólo en las cosas recortadas de nubes y vientos.
Esta es su visita de despedida a los amigos.
Juntar calaveras y labios bajo cielos oscilantes.
Siempre el beso del ojo traducido para encuadrar en las palabras.
Diecisiete el número sagrado en que se sella la aparición.
El tiempo consumido hasta ser una mariposa congelada en piedra,
El brillo de fósiles cortados en una marea de mármol.
Por aquí pasó el poeta camino del Norte.
Por aquí, para siempre, pasa una vez el poeta.



BASHO II


Conocemos los peligros baratos de la poesía poética
Y del canto hechizado. Es aire embalsamado
A menos que hagas de él piedras que brillen y hagan doler.
Tú, gran maestro, cortaste las piedras
Con las que puedes matar a un tordo.
Tú tallaste del mundo una imagen que lleva tu nombre
Diecisiete piedras como flechas un cardumen de cantores silenciados.
Vean junto al agua un rastro del poeta
Camino al corazón del país de nieve. Vean cómo el agua lo borra
Cómo el hombre del sombrero vuelve a escribirlo
Ahorrando agua y pasos, deteniendo siempre el movimiento perdido,
Para que lo desaparecido quede como algo que desapareció.
                                                                                                                       

BASHO III


En su sombrero de ciprés escribió: En ningún lugar de este universo
he encontrado hogar estable. La muerte le quitó el sombrero.
Como debía ser. Pero el verso quedó con nosotros.
Sólo en sus poemas podía vivir.
Un poquito más y verán las flores de cerezo de Yoshino.
Pon tus sandalias bajo el árbol, descansen por fin tus pinceles.
Guarda tu báculo en tu sombrero, crea líneas en el agua,
La luz es tuya y la noche también.
Un poquito más, sombrero de ciprés, y tú también los verás,
La nieve de Yoshino, el casquete glaciar de Sado,
La isla que embarca para Sorën sobre olas de lápidas.



BASHO IV


El poeta es un molino que convierte al paisaje en palabras.
Sin embargo piensa como tú y sus ojos ven igual.
El sol que se estrella en la boca del caballo.
El templo exterior de Ise la playa de Narumi.
Navega en el lienzo del luto pone rumbo a su misión.
Sus mandíbulas muelen flores a métrica de poemas.
La crónica del cosmos tal como se presenta a diario.
En el Norte él se sabe un fardo de ropa vieja.
Cuando está donde nunca puede estar tú aún lees sus poemas.
Peló pepinos y manzanas pintó su vida
A mí también me tienta el viento que permite vagar a las nubes.




SUEÑOS DE SILEO


Los sueños son verdaderos porque suceden,
falsos porque nadie los ve
salvo el soñador solitario,
en sus ojos que sólo son de él.

Nadie nos sueña mientras lo sabemos.
El corazón del soñador sigue latiendo,
sus ojos componen el sueño, no está
en el mundo. Duerme dentro y fuera
del tiempo.

El alma tiene dos ojos, eso sueña él
Uno mira las horas, el otro
ve a través de ellas,
hasta donde nunca cesa la duración,
mirar se consume en ver.

(Traducidos al español desde versiones en lengua inglesa)

CEES NOOTEBOOM

Estos poemas han sido tomados de la revista en línea Prometeo No. 88-89. Julio 2011 en mi interés de compartir con los lectores de esta Bitácora autores venezolanos y universales que estoy leyendo o han llamado mi atención. No conozco autores holandeses y en mi búsqueda di con este escritor que me pareció interesante compartir. Nooteboom además de poeta es novelista, ensayista, traductor e hispanista. Una parte importante de su obra la conforman libros de viajes. Varias de sus obras transcurren en geografias extranjeras: su novela Mokusei se ambienta en Japón, o El desvío a Santiago, en España; por su parte Perdido el Paraíso se ambiente en São Paulo, las comarcas desérticas de Australia y diferentes galerías de arte de Europa. En su poesía expresa la vivencia del tiempo, la precariedad de la existencia y el deseo de permanencia.

jueves, 6 de junio de 2013

Guillermo Sucre


Telémaco Guillermo Sucre

Ayer, en la librería Lugar Común, comenzó Homenaje al poeta, ensayista y profesor venezolano Guillermo Sucre, quien cumplió 80 años recientemente. Tomás Caldera y Roberto Martínez Balrich leyeron textos en torno a su obra ensayística. Hoy continúa el Homenaje con la presentación de "La libertad, Sancho", una compilación de textos realizada por Sucre y mañana se hablará sobre su poesía. Tuve la fortuna, muy joven, de leer su obra poética, y sus ensayos, y ya terminando mis estudios en la Escuela de Letras, cursé con el profesor Sucre, el taller de ensayo. Pero ayer conocí un Guillermo Sucre que no conocía, sonreía jovialmente, irradiaba contento por este homenaje entre amigos. Lo recordaba como un personaje sumamente serio, de brillantes disquisiciones, ante el cual no estaba permitido decir tonterías, pero del cual podías aprender muchísimo. Mi primer contacto con la obra de Sucre fue en el primer semestre que cursé en la Escuela de Letras, a comienzos de 1984, la profesora María Fernanda Palacios nos leyó en el curso Literatura y vida el poema Telémaco, que conmovió a la adolescente que yo era, y desde entonces me ha acompañado y ahora comparto con las posibles lectores de esta bitácora. Telémaco pertenece al libro "La mirada". Años después, a finales de los 90's, cuando Blanca Elena Pantin me dio la oportunidad de colaborar con las páginas culturales de El Universal, escribí una columna sobre su poesía, resaltando lo que me atrajo poderosamente de sus algunos de sus primeros libros, "La mirada" y "En el verano cada palabra respira en el verano", su intensidad, la luz del trópico, la pasión del trópico que irradiaban sus poemas, algunas de cuyas imágenes me recordaban los cuadros de Armando Reverón, y esa constante reflexión sobre la escritura misma que atraviesa su Poesía. Corpus bifronte en el que una intensa luminosidad y pasión confluían con el desencanto, la profunda soledad, la incertidumbre, la pérdida. Este hecho no dejaba de sorprenderme. Pero ambas perspectivas fraguaban la voz del poeta.

Beatriz Alicia García

TELÉMACO

Había recorrido esta ciudad bajo otro cielo
Lo abrumaba la inocencia
Su rostro era lo desconocido
Respiraba en las calles un perfume insolente
El espejo detrás del deseo
El trato con la tristeza lo tornó rebelde
No vivía en el desamparo sino en la soledad
Todo viaje lo extraviaba
Ese sol que gira en las noches
Quién ardía detrás de su fuego
Ningún rostro ningún nombre
Sólo el origen el lenguaje de la muerte
Así vio quemarse todos sus sueños
"Padre, estas cenizas" 


Guillermo Sucre