jueves, 17 de diciembre de 2009

Tragedia de Vargas


La tragedia de Vargas 10 años después

Diez años atrás, por estas fechas, me tocó uno de los acontecimientos más difíciles que me ha tocado vivir: una de mis amigas más cercanas, Gloria Ruiz, desapareció en el deslave de Vargas, y junto con ella su mamá y su hija mayor de cinco años. Gloria tenía 32 años, era una madre extraordinaria, una amiga entrañable y un ser humano valioso. Hasta ese momento yo no sabía lo que era la muerte o la pérdida de un ser querido. Me tocó vivirlo de esa manera. Estuve varios días viendo imágenes en la televisión, las entrevistas a los sobrevivientes, pero Gloria nunca apareció. Para mi sorpresa, una mañana me encontré con la foto de su hija Valentina, de 3 años, en la portada de El Nacional, milagrosamente la habían rescatado porque atrapada en el lodo casi hasta el cuello estaba cantando, y unos bomberos las escucharon. Diez años después aún el dolor es hondo, aún me parece injusto, absurdo, pero tan cierto. Es muy difícil describir lo que sientes ante una situación como esa. Fue sólo el inicio de otros horrores que vendrían, aún no habíamos visto derrumbarse a las torres gemelas de New York, ni las masacres en Caracas del 11 de abril y el 6 de diciembre de 2002 (ésta a una cuadra de mi casa), ni el secuestro y asesinato de los niños Fadoul, etc. No hay paz este diciembre, hay guerras, hay mafias y totalitarismos en nuestro golpeado planeta, en nuestro bello país tomado por la corrupción, el resentimiento, las diferencias, la desidia. Pero hoy más que nunca hay que comprometerse a seguir trabajando por la paz, hay que seguir intentando el respeto y el afecto, para que alguna vez sea distinto, para que alguna vez las generaciones futuras no tengan que hacer huelgas de hambre por sus derechos. Hoy más que nunca tenemos que darnos cuentan de nuestros errores y reflexionar. Si no aprendemos de estas tragedias, de estos desastres, continuarán sucediendo. Anoto texto que escribí diez años atrás, aún cuando verdaderamente no tenía palabras para expresar lo que estaba sintiendo:
CON CENIZAS EN LA LENGUA
A Gloria Ruiz Bejarano, desaparecida en diciembre de 1999, en la tragedia de Vargas
A cada piedra yo arrojé
El nombre de un sol.
Andreé Chedid
La vida es única y frágil.
Javier Marías
Con cenizas en la lengua,
con sal en lo hondo,
con palabras mutiladas,
con metástasis en la memoria,
con angustia y olor
a tantos miles de muertos,
con videos mentales gritando
en los días y sus noches
más amargos de mi vida,
con grietas gigantescas
abriéndose
en el pánico inmerecido,
el dolor inmerecido,
con el abismo
de lo inefable
abofeteándome,
estos versos.
Esto,
que en verdad,
no tiene palabras.
Beatriz Alicia García

lunes, 14 de diciembre de 2009

Poema de Eduardo Lizalde

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.

Como si el verde pasto celestial,
el mismo océano, salado como arenque,
hirvieran.
Que tanto y tanto amor
y tanto vuelo entre unos cuerpos
al abordaje apenas de su lecho, se desplome.


Que una sola munición de estaño luminoso,
una bala pequeña,
un perdigón inocuo para un pato,
derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas
y desgarre el cielo con sus plumas.

Que el oro mismo estalle sin motivo.
Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa
se destroce.


Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.

Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra.

Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.

Eduardo Lizalde

(Tomado de: "El tigre en la casa",Universidad de Guanajuato, México, 1970)